Las Bienaventuranzas (segunda parte)

Transcripción de la enseñanza del 14 de julio 2024

Bienaventurado implica ser bendecido, dichoso, alegre. Sin embrago la bienaventuranza no solo es una promesa o una frase al aire, es un compromiso que Dios tiene para con nosotros, de manera permanente y constante. Las bienaventuranzas son constantes, permanentes, latentes y reales en nuestras vidas.

3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Mateo 5:3

Los pobres en espíritu son todos los que reconocemos que tenemos una necesidad de Dios. Lo maravilloso de esta bienaventuranza no solo va en función de decir “Lo necesito” sin que también Dios nos dice “Yo estoy aquí”

Cuando éramos del mundo, no podíamos a aspirar que teníamos necesidad de Dios. Cuando conocemos a Dios nos damos cuenta que le necesitamos y que siempre le hemos necesitado, pero no nos habíamos dado cuenta, y lo suplíamos con dinero, placeres, viajes, u otras cosas que no son Dios. Cuando conocemos a Dios nos entra el “hambre de Dios” A partir de ahí nos damos cuenta que todos los días necesitamos a Dios. Todos los días necesitamos reconocer que necesitamos de Él. Lo único que tenemos que hacer es reconocer y acercarnos, por que ahí esta Dios, pero tenemos que acercarnos. Es la forma correcta de decir “Tú eres Dios, yo soy tu hijo, tu me das por que yo te necesito”

Dios es bueno aún para los que no lo buscan. Sale el sol para buenos y malos, sigue habiendo aire, hay alimento, pero nosotros que somos hijos tenemos una necesidad de nuestro padre.

4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

Mateo 5:4

No es malo llorar, Dios nos dará el consuelo, pero hay que fijarse con quien lloramos, debe ser con Jesús, o con algún hermano mayor en la fe. Si lloramos con personas que no están en la fe, seremos mal aconsejados y encaminados al pecado. Aun cuando pecamos, le fallamos o nos alejamos, Él nos dice, arrepiéntete, te estoy esperando, y tenemos que llegar en la actitud correcta, y ésta es reconocer que el es Dios, que lo necesitamos y reconocemos que separados de Él, no podemos hacer nada. Por eso somos dependientes de Él. Debemos reconocer que Él y solo Él nos puede consolar, Él y solo Él nos puede guiar, Él y solo Él nos puede dirigir. Cuando lloramos para con nosotros mismos, se genera odio, rencor, frustración. Pero cuando lloramos con Dios, el nos dará la consolación correcta.

A veces lloramos sintiéndonos víctimas, y Él nos corrige, nos indica que también pecamos, y el motivo por el que lloramos es consecuencia de nuestras malas decisiones. Eso también es consolación por que nos está dando la salida. Dios nos dice exactamente que hicimos, y que debemos hacer. ¡Eso es lo maravilloso de venir a llorar con la persona correcta!

Jesús también fue conmovido, y lloró. Si Él lo hizo, ¡cuanto mas nosotros! Pero hay que hacerlo de la manera correcta. Se trata de clamar, no de reclamar, se trata de reconocerlo, y Él hará esa parte bien bonita que se le llama, quebrantarnos, que significa, rompernos. Dios nos rompe la soberbia, el orgullo, el pasado, la vanidad. Cuando Dios nos rompe, el nos dice “separado de Mí, nada puedes hacer” Pero no nos rompe y nos avienta, sino que nos rompe, nos pone en el lugar correcto y nos restaura.

5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

Mateo 5:5

Cuando hay mansedumbre, estamos en la posición del Señor, donde entendemos lo que Él está viendo. Cuando alguien nos grita, nosotros vemos a la persona gritando, pero Dios puede ver a alguien que sufre violencia, que tiene problemas, a alguien frustrado. En la posición de Él nos volvemos mansos y en lugar de gritar y pelear, debe haber en nosotros ese consuelo, esa palabra blanda que quita la ira.

Donde vemos hijos rebeldes, es posible que quien haya fallado no son ellos, sino nosotros. En esa mansedumbre es donde preguntamos a Dios “¿son ellos o soy yo?” El estar en posición de mansedumbre es estar en la posición que Dios quiere. Jesús fue la persona mas mansa que existió en la tierra. El Señor, siendo maltratado, humillado, sufriendo colgado de la cruz dijo: “Padre, perdónalos, por que no saben lo que hacen” Si eso no nos sirve de ejemplo, no hay nada que lo haga.

4 El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso 5 ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas.

1 Corintios 13:4-5 (Nueva Traducción Viviente)

El verdadero amor no acumula los errores del otro, por que tenemos la capacidad de perdonar, y el amor siempre debe ser mas grande que el odio, que el coraje, es decir, cuando amamos de verdad. Jesús no nos acumula nuestros errores pasados, de otra forma ya estaríamos muertos. Por la misericordia de Dios, ligada a su mansedumbre, somos perdonados.

23 »Por lo tanto, el reino del cielo se puede comparar a un rey que decidió poner al día las cuentas con los siervos que le habían pedido prestado dinero. 24 En el proceso, le trajeron a uno de sus deudores que le debía millones de monedas de plata.[a] 25 No podía pagar, así que su amo ordenó que lo vendieran—junto con su esposa, sus hijos y todo lo que poseía—para pagar la deuda.

26 »El hombre cayó de rodillas ante su amo y le suplicó: “Por favor, tenme paciencia y te lo pagaré todo”. 27 Entonces el amo sintió mucha lástima por él, y lo liberó y le perdonó la deuda.

28 »Pero cuando el hombre salió de la presencia del rey, fue a buscar a un compañero, también siervo, que le debía unos pocos miles de monedas de plata.[b] Lo tomó del cuello y le exigió que le pagara de inmediato.

29 »El compañero cayó de rodillas ante él y le rogó que le diera un poco más de tiempo. “Ten paciencia conmigo, y yo te pagaré”, le suplicó. 30 Pero el acreedor no estaba dispuesto a esperar. Hizo arrestar al hombre y lo puso en prisión hasta que pagara toda la deuda.

31 »Cuando algunos de los otros siervos vieron eso, se disgustaron mucho. Fueron ante el rey y le contaron todo lo que había sucedido. 32 Entonces el rey llamó al hombre al que había perdonado y le dijo: “¡Siervo malvado! Te perdoné esa tremenda deuda porque me lo rogaste. 33 ¿No deberías haber tenido compasión de tu compañero así como yo tuve compasión de ti?”. 34 Entonces el rey, enojado, envió al hombre a la prisión para que lo torturaran hasta que pagara toda la deuda.

Mateo 18:23-34

Como en la parábola del deudor que no perdona, a veces somo así de inconsistentes. Dios nos perdona muchísimas cosas, pero nosotros no queremos perdonar. Si somos mansos estamos en la posición de Cristo, y Cristo es misericordioso. En la mansedumbre tenemos esa confianza con Dios, nos da esa sumisión a Dios. Puede ser que en alguna situación el otro tenga la razón, y nosotros en mansedumbre reconocer que nos equivocamos, pedir perdón y en la medida de lo posible, reparar el daño. Debemos ser mansos, para recibir la herencia prometida por Dios. Si queremos recibir la bendición, si queremos recibir la herencia, en nuestro hogar, en nuestra familia, en nuestra persona, no hay otra manera, debemos ser mansos, no pelear y dejar que Dios defienda nuestras causas.

Cuando estemos cansados de pelear de pie, hay que pelear de rodillas. No podemos arreglar una relación horizontal, si no tenemos una relación vertical. No podemos reparar o mejorar una relación con nuestra esposa / esposo, hijos, jefes, con la iglesia, si primero no tenemos una relación con Dios, por que solo Él nos va a cambiar y solo Él nos va a hacer entender, y solo Él nos va a perdonar, y solo Él nos va a enseñar y transformar. Entonces si tenemos una relación vertical con Dios, nuestras relaciones horizontales van a sanar. Pero si no tenemos una relación con Dios, estamos destinados al fracaso, en todo, nuestra pareja, nuestra familia, nuestros hijos, nuestro trabajo, nuestra iglesia. Por que solo Dios nos puede llevar a la mansedumbre, y entonces valoraremos la herencia que Dios nos da.

Muchas veces valoramos mas la economía, el prestigio, la sociedad, que una cena llena de amor. Valoramos mas tener un buen carro y perder a la familia, que llegar a cenar con ellos lo que sea que provea el Señor. Valoramos mas traer la última tecnología, y para obtenerlo desgastamos nuestra vida, gastamos nuestro tiempo, a costa de nuestra tranquilidad, y lo preferimos a sentarnos con nuestros hijos a platicar, ir a comprar una paleta con nuestra esposa / esposo. Cuando tenemos una relación con Dios, el nos hace valorar lo que importa, y todo lo demás pasa a segundo término.

¡Hermanos, mansedumbre! Aprendamos y tomemos la posición de Cristo, en el hogar, en la iglesia, en el trabajo, en la familia, ¡en todo! Es la posición que Cristo toma y que nos pide que tomemos. Si obedecemos a Cristo, en nos guiará para mejorar nuestras relaciones, el nos indicará lo que debemos hacer y nos llevará a una armonía en nuestras relaciones. Aunque el otro no quiera, si estamos de rodillas, Dios lo puede hacer.

6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Mateo 5:6

La Justicia implica darle a cada quien lo que le corresponde. La justicia se basa en una serie de reglas que indican lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. Por ejemplo, no es válido robar, y si lo hacemos, por justicia recibiríamos una sanción. Claro que en la justicia humana no es lo mismo robar un lápiz que robar un millón de pesos, pero en Dios, robar es robar. No es lo mismo decir una mentira para justificar que llegamos tarde a decir una mentira para cubrir un delito, pero en Dios, mentir es mentir. La consecuencia es la misma para Dios. Por eso nuestra mente debe ser transformada para entender la gravedad de la falta y dejarlo de hacer, tanto en lo pequeño como en lo grande.

Continuamente transgredimos la ley de Dios, por que Él nos dice que debemos ser mansos, amorosos, perdonadores, y por tanto no debería de haber en nosotros violencia, no podría, por que el amor de Dios lo cubre todo. Todos nosotros debemos tener siempre esa hambre de justicia, pero debemos estar conscientes que la justicia de Dios no es como nuestra justicia. A veces quisiéramos que le cayera fuego a algunas personas, o que se los tragara la tierra, o que Dios mandara a sus ángeles para acabarlos. Pero la justicia de Dios tiene un tiempo, un cumplimiento. La justicia de Dios siempre va acompañada de misericordia. Dios promete bendición, vida, gozo, pero también promete la destrucción a los que son rebeldes y enemigos de Él. La justicia de Dios no se aplica ni a nuestra manera, ni en nuestro tiempo. Todos hemos sido dañado, pero también nosotros hemos dañado a mucha gente. Dios es justo y misericordioso con todos.

No podemos decir que Dios consiente a sus hijos, pero con sus hijos si tiene un trato diferente. A la gente que no lo quiere conocer, que lo relega, que sigue siendo su enemigo, muy difícilmente Dios la va a perdonar, aunque sigue extendiendo su misericordia a todos.

8 Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.

2 Pedro 3:8-10

A nosotros como hijos, que pecamos y fallamos, Dios tiene una grande justicia, porque es muy tremendo saber que ya te perdonaron, saber que ya te levantaron, que te han dado todo, y todavía, volver a pecar.

26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, 27 sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios.

Hebreos 10:26-27

Si no nos arrepentimos, Dios no solo nos va a quitar las bendiciones, sino que aplicará su justicia y nos hará entender que Él es Dios. Pero si somos hijos dóciles y mansos, y nos equivocamos, y le pedimos perdón, Él perdonará nuestros pecados.

Dios tiene un trato especial para nosotros, como hijos, siempre y cuanto nos arrepintamos. Sin arrepentimiento, nos tocará la misma condenación que recibirán los que no son sus hijos.

Sus hijos estamos cerca de Él, en el orden de Él y en la justicia de Él. Los hijos de Dios aprendemos en Dios a perdonar. Solo Él nos puede llevar al verdadero perdón y a su justicia, que no es igual a la del hombre. El pasado es lo mas difícil de perdonar, pero en Dios se puede, por que somos bienaventurados los que tenemos hambre y sed de justicia. Muchos queremos esa justicia, pero el señor no dice, “bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia por que yo los voy a vengar”, el dice “Bienaventurados lo que tienen hambre y sed de justicia, por que ellos serán saciados” ¡Esa es la justicia de Dios!, llenarte a ti, saciarte a ti. Deja a quien te dañó, eso será asunto de Dios, pero a ti, Él te va a sanar, a liberar, a llevar al reino de los cielos, te dará lo que necesitas, un hogar, el amor, la bendición de Dios. Deja la justicia en manos de Dios. No le pidamos venganza a Dios, pidamos que nos sane, que nos sacie, que nos liberte,

7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Mateo 5:7

6 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.

2 Corintios 9:6

En algunas iglesias aprovechan el versículo anterior para que la gente aporte abundantemente. Debemos entender que todo lo que sembramos “En Dios” lo vamos a cosechar por que Dios lo va a hacer crecer. Si en Dios sembramos en capacitarnos, en amor, en ser manso, claro que recibiremos bendición.

¿Cómo sabemos si somos misericordiosos? ¡Pues es hasta que lo aplicamos!, no hay otra manera. No podemos decir que somos misericordiosos si no hemos hecho nada. Los misericordiosos si se ven, si se notan. Cuando alguien es misericordioso, incluso si la gente abusa de la persona, a ésta persona no le importa, por que la misericordia viene de Dios. Si pensamos que la misericordia viene de nosotros, mejor no lo hagamos, por que nos vamos a cansar, nos vamos a enojar, nos vamos a frustrar y nos vamos a decepcionar. Cuando la misericordia viene de Dios no nos vamos a cansar y lo haremos las veces que sean necesarias.

Si hay misericordia a través de nosotros, no la limitemos. Si no hay misericordia a través de nosotros, nos hace falta una relación con Dios. La misericordia está sujeta a nuestra relación con Dios. Si no tenemos esa relación vamos a llegar a la amargura, al enojo, a la frustración, a la insatisfacción, al cansancio. Pero si tenemos una relación con Él, la misericordia va a fluir y no nos va a doler, por que lo que le demos a Dios, Él nos lo regresará abundantemente.

Cuando somos misericordiosos, Dios nos acerca a gente misericordiosa, podemos ver la gracia y la gloria de Dios. Esta es una bendición que fluye a través de nosotros y se regresa. La misericordia no se refiere solo a lo económico. ¿Cuántos de nosotros debemos saludos a los demás? ¿Cuantos de nosotros somos deudores en cuanto a la oración? ¿Cuántos de nosotros somos deudores de gozo? Somos deudores, no compartimos la oración, el gozo, nuestro tiempo. Pero nos enojamos cuando llega el tiempo en el que requerimos que nos compartan esas cosas.

8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

Mateo 5:8

Ésta es una promesa muy grande de Dios. Éste mundo tiene amor, tiene paz, tiene a Dios por que su iglesia tiene santidad y tiene un limpio corazón. El día que la iglesia se vaya con el Señor, éste mundo se desplomará. Ya no habrá quien retenga el pecado, ni quien de valores, ni quien haga justicia, ni nada bueno. Cuando la iglesia se vaya con el Señor, el mundo se va a romper, mucho peor de lo que ya está. Por eso su iglesia tenemos una grande responsabilidad, que es mantenernos con un corazón limpio. Un corazón en el cual Dios habite. Un corazón lleno de amor, de misericordia, de paz, conocimiento de la palabra. Para tener un corazón que le agrade a Dios, debemos limpiar nuestros corazones. ¿Ya sacamos los rencores, pleitos, iras del pasado y del presente? ¿En nuestro corazón sigue habiendo lujuria, lascivia, adulterio, fornicación? ¿Sigue habiendo soberbia, envidia, vanidad, arrogancia, o autosuficiencia? ¿tristeza, amargura, depresión?

13 y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. 14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

Hebreos 12:13-14

Es cierto que sin santidad, nadie verá al Señor, pero también hay que verlo en esta tierra. Podemos ver al Señor en sus milagros, en la iglesia, cuando salva a las personas. Podemos ver y sentir a Dios a través de su palabra, a través de la oración, de la alabanza. Si queremos ver a Dios, debemos tener un corazón limpio, y éste se gana en arrepentimiento y obediencia. No hay otra manera. Nos arrepentimos de nuestros pecados, obedecemos a Dios y ese corazón estará limpio para que Dios habite en Él.

9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Mateo 5:9

No solo debemos tener paz, también somos pacificadores. Pero para ésto debemos vivir en paz, tener como fruto la paz. Podemos tener muchas razones para decir que no tenemos paz, pero el único culpable de no tener paz es uno mismo, por que no queremos dejar nuestro corazón a Dios. Si nosotros no queremos tener paz, no seremos llamados hijos de Dios y no vamos a estar con Él. Cuando tenemos una relación con Dios, la paz fluye.

Debemos ser pacificadores, en el hogar, en el trabajo. El cristiano no huye del problema, lo afronta con la paz de Dios, con la sabiduría de Dios, con la misericordia de Dios, con el amor de Dios. Los pacificadores debemos ser llamados “hijos de Dios”

Fundamento de la felicidad

Dios es el que nos hace felices, pero como enseñanza, para entender las bienaventuranzas, debemos preguntarnos, ¿quién soy? a través de las primeras cuatro bienaventuranzas, que nos muestran:

  • La necesidad de Dios.
  • Humildad y dependencia.
  • Confianza y sumisión.
  • Justicia en Dios y paz.

Las siguientes cuatro bienaventuranzas nos llevan a entender qué debemos hacer.

  • Dar misericordia.
  • Vivir en santidad y servicio.
  • Traer paz y armonía.
  • Darse a si mismos.

Sabiendo quienes somos y que debemos hacer, ya no deberíamos ser infelices, pero ¿lo hacemos para ser felices? Depende de cada uno de nosotros. La Palabra está, Cristo Jesús está vivo y el sermón que dio ya hace mas de 2,000 años hoy nos lo da a nosotros y nos dice quienes somos y que quiere que hagamos, pero depende de nosotros. Solo así podremos ver la gloria de Dios en nuestras vidas, en nuestro hogar, en nuestro trabajo, en la iglesia. Debemos entender quienes somos y que debemos hacer. Cuando nos damos a nosotros mismos, pensamos en el otro, dejamos de ser “yo” para dejar que sea Dios quien se manifieste.