Santificación

Tus testimonios son muy firmes;

Transcripción de la enseñanza del 12 de junio 2024

La santidad conviene a tu casa,

Oh Jehová, por los siglos y para siempre.

Salmos 93:5

La santidad conviene a la casa de Dios, a la iglesia, a nuestra vida, pero la primer casa donde Dios habita y donde quiere santidad es nuestro corazón. Por eso es que vamos a la iglesia, a buscar a Dios, por que el ya habita en nuestro corazón. Cuando el no habitaba en nuestro corazón, requeríamos descansar, ir a comer a algún lado, quehaceres, etc. Cuando Dios no habita en el corazón, podemos llenarlo con cualquier cosa, y no esta mal, pero cuando Dios ya habita en nuestro corazón, solo Dios lo puede llenar. Por eso es que la santidad conviene a la casa, a la casa que es nuestro corazón. Cuando todos en la congregación estemos en santidad seremos una iglesia llena de luz, llena de Dios. Se vuelve una iglesia imparable en santidad, en conocimiento, en servicio, en dones, en muchas cosas que son Dios. La santidad conviene a nuestro corazón.

26 Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos.

Levítico 20:26

Nuestro Dios es santo. Por eso nos pide la santidad.

15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

1 Pedro 1:15-16

Debemos ser santos en toda nuestra manera de vivir. En nuestros deseos, nuestras relaciones sentimentales, emocionales, familiares, laborales. En ningún área de nuestra vida debe faltar la santidad. Tampoco debe faltar en nuestro diario vivir, como bañarnos, vestirnos, comer, todo debería llevar santidad. Lo que debe quedar claro es: Dios es santo y nos pide que seamos santos, en todas las áreas de nuestra vida. En toda nuestra manera de vivir, en nuestro hablar, en nuestro mirar, etc.

Santidad y Santificación

La santidad es de Dios, y la quiere para nosotros, pero el proceso o el hecho es la santificación. Llegamos a ser santos a través de la santificación.

¿Qué es la santificación?

La santificación es el proceso mediante el cual los creyentes somos transformados y separados para Dios.

A diferencia de la justificación y la adopción (que son acciones divinas), la santificación es la obra en la que Dios trabaja en plena cooperación con nosotros mediante la fe, en un proceso de transformación interior que implica morir al viejo hombre pecador y nos lleva a ser renovados conforme al nuevo hombre creado a la imagen de Cristo.

Es un desarrollo continuo en el que nos esforzamos por vivir en obediencia y santidad.

Es una respuesta activa a la gracia de Dios en nuestras vidas.

Dios decidió adoptarnos, por gracia, nosotros no hicimos nada para ganarlo. Jesucristo nos justifica ante el Padre por su sangre, de nuevo por gracia, nosotros no hicimos nada para ganarlo. Pero en la santificación si necesitamos trabajar, pues es Dios quien nos va marcando el orden, lo correcto, lo que Él pide, y de nosotros depende obedecer. Si nosotros no obedecemos, no podemos alcanzar la santidad que Dios nos pide, no estamos en un proceso de santificación.

Por ejemplo, Dios nos dice a los varones, “dejen de ser ásperos con su pareja”, ésta no es una pregunta, Dios nos está ordenando no ser ásperos, si lo somos, estamos en el proceso de santificación.

18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. 19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. 20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.

Colosenses 3:18-20

Dios trabaja con nosotros. Dios pone en nosotros el querer, como el hacer, pero depende de nosotros el accionar. En la santificación. Para alcanzar la santidad, Dios tiene que recibir de nosotros un “si Señor”, una obediencia. Si no obedecemos si podemos ser adoptados, si podemos ser justificados, pero dice la Biblia que aquel que no obedece al Señor no es hijo, sino bastardo. Queremos ser tratados como hijos, queremos ser santos porque sin santidad, nadie verá al Señor.

El hijo pródigo era tan hijo que tenía derecho a su herencia. La pidió y se fue. Terminó con su herencia, terminó con su reputación, por que no quiso obedecer, no quería las reglas del padre. El quería vivir su vida. Al final, sin santidad nadie verá al Señor. ¿Cómo estamos siendo santificados para llegar a la santidad? ¡A través de la obediencia!

Cuando somos transformados, en conforme a la imagen de Cristo, no por nosotros mismos. No podemos evaluarnos respecto a nosotros mismos, nos tenemos que comparar con Cristo. ¿estoy teniendo el carácter de Cristo? ¿estoy teniendo las palabras de Cristo? ¿me comporto y veo la vida como Cristo la ve?

La convicción de cambiar es nuestra, es nuestra decisión, pero Dios está con nosotros. Si nos equivocamos, viene el espíritu y nos dice, “te equivocaste”, y entonces lo arreglamos, y nos levantamos con la decisión de no volverlo a hacer.

Cuando llegamos a una dureza del corazón en la que no queremos cambiar, el Señor ya no esta trabajando en nosotros. Cuando Dios nos corrige, hay que dar gracias, por que quiere decir que esta con nosotros, está trabajando en nosotros, y sin santidad, nadie vera a Dios. Continuamente Dios nos está diciendo se semejante a Cristo, cuando eso ya no pase, entonces si hay que preocuparnos.

Es un desarrollo continuo en el que nos esforzamos por vivir en obediencia y santidad. El obedecer a Dios nos da como resultado la santidad. Dios no nos mandaría a adulterar, ni a maldecir a alguien, ni a matar, ni a dañar nuestro cuerpo con alguna sustancia. La obediencia nos separa, nos aparta de todas esas cosas y nos hace reflejar el carácter de Cristo.

No nos gusta obedecer, pero cuando obedecemos, en nuestra vida se produce la santidad, que es ser separados para Dios y transformados para reflejar el carácter de Cristo.

¿Quieres ver a Cristo? ¡Se santo!, y para ser santo, tienes que obedecer a Dios. Que indica Dios, ¡Muchísimas cosas!, para eso hay que leer nuestra Biblia.

La santidad es apartarnos para el, Dios nos separa, nos atrae, y lo que quiere es transformarnos, pero solo podemos ser transformados por la obediencia. La justificación Él nos la regala, la adopción Él nos la regala, pero la obediencia, depende de nosotros. Yo decido en mi voluntad si yo decido obedecer o no obedecer.

No podemos obedecer parcialmente, tenemos que ser íntegros.

Santificación, ¿Qué es?

En el Antiguo Testamento, se reconoce generalmente que el vocablo hebreo «kadhash» significa la separación de una persona o un objeto para Dios, el «Santo»

En el Nuevo Testamento, el verbo griego fundamental es «hagiazo», con el sentido de separar para Dios en una esfera libre del pecado. El adjetivo correspondiente es «hagios», o «santo», y los sustantivos son «hagiasmos», el acto y estado de separación para Dios

Tabernáculo

22 Habló más Jehová a Moisés, diciendo: 23 Tomarás especias finas: de mirra excelente quinientos siclos, y de canela aromática la mitad, esto es, doscientos cincuenta, de cálamo aromático doscientos cincuenta, 24 de casia quinientos, según el siclo del santuario, y de aceite de olivas un hin. 25 Y harás de ello el aceite de la santa unción; superior ungüento, según el arte del perfumador, será el aceite de la unción santa. 26 Con él ungirás el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, 27 la mesa con todos sus utensilios, el candelero con todos sus utensilios, el altar del incienso, 28 el altar del holocausto con todos sus utensilios, y la fuente y su base. 29 Así los consagrarás, y serán cosas santísimas; todo lo que tocare en ellos, será santificado. 30 Ungirás también a Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que sean mis sacerdotes. 31 Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Este será mi aceite de la santa unción por vuestras generaciones. 32 Sobre carne de hombre no será derramado, ni haréis otro semejante, conforme a su composición; santo es, y por santo lo tendréis vosotros. 33 Cualquiera que compusiere ungüento semejante, y que pusiere de él sobre extraño, será cortado de entre su pueblo.

34 Dijo además Jehová a Moisés: Toma especias aromáticas, estacte y uña aromática y gálbano aromático e incienso puro; de todo en igual peso, 35 y harás de ello el incienso, un perfume según el arte del perfumador, bien mezclado, puro y santo. 36 Y molerás parte de él en polvo fino, y lo pondrás delante del testimonio en el tabernáculo de reunión, donde yo me mostraré a ti. Os será cosa santísima. 37 Como este incienso que harás, no os haréis otro según su composición; te será cosa sagrada para Jehová. 38 Cualquiera que hiciere otro como este para olerlo, será cortado de entre su pueblo.

Éxodo 30:22-38

El tabernáculo era una tienda, cubierta por muchas telas, diferentes materiales, fuera del tabernáculo estaba el altar, el incensario, el lavacro. Adentro estaba la mesa de los panes, el arca del pacto, etc. Cada uno de estos elementos está hecho de un material específico, pero cuando los ungieron, les echaron aceite, se convirtieron en cosas santísimas, apartadas solamente para Dios y su servicio.

7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.

2 Corintios 4:7

Cuando Dios nos aparta y nos da de su Espíritu Santo, no importa nuestro pasado, no importa nuestro color de piel ni nuestras capacidades, nos volvemos algo especial, algo santo para Dios. En el tabernáculo los elementos son muebles normales, hechos de oro, plata o lo que sea, pero muebles normales, se vuelven santísimos cuando hay una unción. Nosotros estamos apartados para Dios, Dios nos unge por que nos da de su Espíritu Santo, por que nos adopta, por que nos justifica, por que nos perdona, por que nos salva por fe, entonces estamos ungidos por Dios. Entonces en las manos de Dios nos volvemos santos, para el Señor. Entonces no podemos menospreciar lo que Dios ha hecho por nosotros. ¿A quien servimos? ¿a Dios? ¿a nosotros mismos? o al enemigo de nuestras almas.

13 Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,

2 Tesalonicenses 2:13

4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,

Efesios 1:4

Dios nos apartó, Dios quería que fuéramos para Él, en santidad.

7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

2 Timoteo 1:7

13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.

Efesios 1:13-14

Dios nos da un Espíritu de poder y luego nos sella con el Espíritu Santo

5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Juan 3:5

21 Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, 22 el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.

1 Corintios 1:21-22

Somos nacidos del Espíritu, el Espíritu Santo vive dentro de nosotros, ungidos y sellados.

10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Efesios 2:10

15 Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.

Juan 13:15

Nuestro Señor Jesús hizo, para que nosotros hagamos, no solo nos mandó, nos dio ejemplo. Si se puede perdonar, se puede servir a los malos, se puede visitar a los necios, esas son algunas obras que Cristo nos dio como ejemplo. Jesucristo fue tentado en todo, pero nunca cedió, así que nosotros podemos.

14 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.

18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. 19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. 20 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? 21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22 ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? 23 Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. 24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. 25 Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? 26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.

Santiago 2:14-26

Las obras no nos salvan, pero si tenemos fe y no andamos en las buenas obras, es como si estuviéramos muertos, no somos cristianos, la fe sin obras no existe. La fe sin obras se llama religión, pero nuestra fe en Cristo es una relación con Dios y que nos lleva a actuar en las buenas obras que Él preparó de antemano, y nos ungió y nos selló para que pudiéramos hacerlas por que Él nos apartó desde el principio.

Somos especiales, y a veces lo olvidamos o lo menos preciamos cuando lo rechazamos. En este proceso de la santificación, lo único que pide Dios es obediencia, pero si no obedecemos, no estamos en el proceso de santificación y no somos santos, por que la obediencia produce santidad, por que la obediencia nos aparta del mal y nos involucra en las buenas obras.

La santidad es apartarnos, pero hay un fin, no solo ir al templo y ya somos santos, si así fuera las bancas tendrían mayor santidad que nosotros. Dios nos apartó y nos dio de su Espíritu Santo, pero hay que obedecer. Somos barro, barro en las manos de Dios, no somos los mejores, pero somos especiales, somos amados.

Somos especiales, pero tenemos que obedecer. Si no obedecemos todo esto, el que hayamos sido apartados, el que Dios nos haya visto antes de la formación del mundo, el que esté su Espíritu Santo aquí, todo eso de nada sirve. Es nuestra decisión.

Si obedecemos, seremos santificados, y con santidad, entonces si veremos a Dios.

11 Mas el mismo Dios y Padre nuestro, y nuestro Señor Jesucristo, dirija nuestro camino a vosotros. 12 Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, 13 para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.

1 Tesalonicenses 3:11-13

Todos los que hayamos muerto para cuando Cristo venga vamos a resucitar por que fuimos santos para Él. Luego los que hayan quedado deben vivir en santidad, para ser transformados y arrebatados o tomados al reino de los cielos.

El obedecer a Dios trae bendición en esta tierra, pero el fin es estar con Dios en el reino de los cielos, y para esto necesitamos ser santos. No hay otra forma.

21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Mateo 17:21

16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

1 Pedro 1:16

Podemos llegar al reino de los cielos, a través de la fe, a través de la obediencia al Señor, en ese proceso de santificación, procurando ser santos en Dios para buenas obras.