Transcripción de la enseñanza impartida el 22 de mayo 2024, en O.A.S.I.S.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
Romanos 8:14-15
Si alguien ha tenido la oportunidad de adoptar, o si conoce el proceso de adopción, es algo muy bonito. Cuando se asiste a una plática informativa de adopción, lo primero que te dicen es que los hijos biológicos no se eligen, pero al adoptar se tiene el poder de elegir. Esa es una gran diferencia, uno puede elegir al niño que se va a adoptar. También te enseñan que no hay diferencia entre un hijo biológico y un hijo adoptado, son nuestros hijos. La diferencia está en nosotros, en como los vemos.
De forma similar, Dios nos adopta, por eso somos llamados “hijos de Dios”, no por que seamos de la biología de Dios, o por que tengamos su misma esencia. Somos hijos por adopción, con los derechos, las responsabilidades y las bendiciones que conlleva ser hijos de Dios.
Romanos 8:14-15 es un texto base para comenzar a comprender como es que somos adoptados por Dios. Existen ideas que circulan en redes sociales que deforman esta idea diciendo que si somos hijos de Dios, entonces somos como “diositos” y entonces no somos cristianos, sino “Dioses Jr.” Esto es una herejía, nuestra esencia no es divina, nuestra esencia es carne, y la esencia de Dios es espiritual. Si somos hijos de Dios, pero por adopción.
También hay ideas que dicen que si nacemos en cierta religión, entonces somos hijos de Dios. No somos hijos por esa razón.
Adopción
Como preámbulo, veamos la siguiente definición:
La palabra «adopción» proviene del latín «adoptio», que significa «prohijamiento». Esta raíz etimológica refleja la idea de asumir a alguien como hijo de manera legal y formal, estableciendo un lazo filial que no tiene su origen de forma biológica. En términos más específicos, «adoptio» se compone de «ad» (que denota cercanía o dirección hacia) y «optio» (que significa desear o escoger).
El concepto de lazo filial es sumamente profundo. Un lazo filial no es un acta de nacimiento, no es cumplir con un registro, es que de una forma emocional, psicológica, y todo lo que implica en la familia, como la fé, la economía, la educación, la misma familia, genere un lazo de familia a este nuevo integrante. Si adoptas un hijo, tus papas le tendrán que decir nieto, tus hermanos le llamarán sobrino, tus hijos le llamarán hermano. Se debe crear un lazo filial en la familia, y debe ser emocional, espiritual, y todo aquello que implique en la familia. Por ejemplo, si se tiene un hijo biológico y un hijo adoptado, ambos hijos deberían ir a la misma escuela, come la misma comida.
Ese lazo filial es mas profundo de lo que se pueda percibir a simple vista. Es realmente recibir al hijo en el corazón.
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.
Gálatas 4:4-7
En el caso de Dios, somos hijos, somos herederos de Dios, somos herederos del reino, herederos de las bendiciones, es decir, herederos de todo lo que representa nuestro Padre. “Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo”, ahí es donde el crea ese laso filial con nosotros, no es por un trámite, es por que Él así lo quiso, y genera en nosotros una verdadera relación en Dios hacia sus hijos, o de nuestro Padre, hacia sus hijos.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,
Efesios 3:1-5
Dios si nos quiere a todos como hijos, nos quiere, pero no nos obliga. El desde antes que existiéramos, desde antes de la formación del mundo, el quería que fuéramos sus hijos, y sabía que la única manera era a través de Jesús. Todos estábamos ya llamados a ser sus hijos, cuando en ocasiones ni nuestros propios padres terrenales nos quieren. ¡Ésto es maravilloso! Él dispuso, Dios quiso adoptarnos, nadie lo obligo ni tenía la necesidad de tener muchos hijos, simplemente el así lo quiso. Con nuestros errores y defectos, así quiso adoptarnos, por su voluntad. No hay otra razón.
Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
2 Tesalonicenses 2:13-14
Aquí una vez mas nos confirma y nos vuelve a decir que el nos eligió desde el principio para salvación y para hacernos hijos de Dios. Esta es la base de Dios, el quiso, fue su voluntad, lo decidió desde antes de que naciéramos, y lo quiere hacer. Como lo menciona el apóstol Pablo, nosotros debemos dar siempre gracias por que nos quiere como sus hijos.
Él nos abraza y nos corrige, no quiere decir que nos solape, Él nos enseña, disciplina, corrige, pero siempre esta ahí, siempre sustenta, siempre perdona, siempre nos escucha. El puso estas reglas, y se las puso a sí mismo para amarnos, por su pura voluntad, no por que pertenezcamos a alguna religión, no por que alguien nos lo haya dicho, solo por su voluntad.
Marco divino
- Dios nunca obliga a nadie a convertirse en su hijo.
- Nosotros tenemos el libre ALBEDRÍO de elegir.
- Dios ha provisto la adopción de todas las almas, pero el abre el hogar divino solamente a los que voluntariamente vienen a el
La decisión de Dios está tomada, el quiere que seamos sus hijos, pero no nos va a obligar.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Juan 1:11-13
Éste es un punto fundamental. Jesús vino primero a los judíos, pero ellos lo rechazaron, muy pocos lo recibieron, y a los que lo recibimos y creemos en Él nos da la potestad de ser hechos hijos suyos, no por ninguna religión, o por algún rito, o por ser “hijo del pastor”, ni por que alguien nos lo diga, es por que nosotros creemos y recibimos a Jesús en nuestro corazón. Cuando recibimos a Jesús recibimos sus reglas, sus mandamientos, nosotros queremos parecernos a Él en carácter.
Es común escuchar comentarios hacia los hijos respecto a: “eres igualito a tu papá” o “eres igualita a ti mamá”, por que nos parecemos a nuestros padres, y reflejamos su carácter. Como cristianos, deberíamos reflejar el carácter de Cristo y hacerlo tan evidente que nos pudieran decir que nos parecemos a Jesús y reflejamos su carácter. No somos de sangre, ni de carne, pero si somos adoptados, y al estar en sus reglas, en sus principios, reflejamos el carácter de Dios en nuestra vida. Eso es lo que nos hace hijos de Dios. Los hijos de Dios somos los que le recibimos y creemos en Él. Dios tiene hijos por todo el mundo, los cuales no pertenecemos a ninguna religión. Los hijos de Dios tenemos una relación con el Padre y por eso reflejamos el carácter de Cristo, el cual aprendemos de su palabra y lo confirmamos en la oración y en la comunión en la iglesia, y aún con la gente de afuera.
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
Apocalipsis 22:17
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Juan 3:15
El fin de ser hijos de Dios es tener vida eterna, que nuestro Padre nos lleve a donde Él vive, que es el reino de los cielos. Ahí podremos gozar de nuestra herencia, de todo lo que el Señor preparó para cada uno de sus hijos. Ahora gozamos sus bendiciones, pero en aquella hora gozaremos de la herencia que tiene para cada uno de nosotros.
Condiciones para la adopción
Fe
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
Juan 1:12
pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;
Gálatas 3:26
Primeramente debemos tener Fe, ésto es fundamental (se puede revisar el tema en el discipulado básico) Por medio de la fe estamos ciertos y seguros que Dios existe. Sin Fe no podríamos creer en Dios. Con Fe creemos en Dios, y entonces Le podemos recibir. El ser hijo de Dios es un acto de Fe.
Nacer
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
Juan 3:3-6
Nosotros nacemos de forma espiritual, por la Fe. Si ya tenemos Fe en Dios, ya Le recibimos, ya estamos reflejando el carácter de Dios, entonces ya somos hijos de Dios, solo nos falta bautizarnos en agua. El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Nos bautizamos por Fe, por que nuestro Padre nos lo pide, no por imposición, no por religión, no por otras cuestiones.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él.
1 Juan 5:1
Tenemos que nacer de nuevo. Creemos en Dios, sentimos a Dios, leemos la biblia y le entendemos, quiere decir que Dios está con nosotros, en este punto solo falta el bautizo en agua. Es una convicción de obediencia a Dios y decisión personal.
Gracia
Teológica-mente es un regalo inmerecido.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
Efesios 2:8
Los cristianos somos hijos de Dios, somos salvos por medio de la Fe, hemos nacido de nuevo, por que Dios manifestó su gracia, su favor.
la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
Romanos 3:22-24
¿Dónde vemos manifestada la gracia? En el sacrificio de Jesús. Nosotros teníamos que morir por pecadores, ya que ofendemos a Dios en muchas formas, mentimos, robamos, odiar, adulterar, fornicar, codiciar, etc. En la justicia de Dios nuestro fin es la muerte, pero Jesús pagó por nuestro castigo, cuando el único pago era la muerte, y Cristo en la cruz pagó el precio de cada uno de nosotros. La salvación es gratis, para cada uno de nosotros, pero a nuestro señor le costó la muerte, derramando hasta la última gota de su sangre, para que nosotros seamos salvos. Eso es gracia, eso es un regalo de Dios. Solo aplicamos la Fe, creemos en su sacrificio, le agradecemos su sacrificio, le recibimos en el corazón, nacemos de nuevo y somos hechos hijos de Dios. Esto es algo que debemos compartir a las personas. No es por religión, no es por tener familia cristiana, es por que le recibimos y le creemos, nacemos de nuevo y por gracia somos hechos hijos de Dios.
La bendición de la adopción
- LA PRESENCIA Y DIRECCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
- LA COMUNIÓN CON DIOS
- LA OPORTUNIDAD DE SERVIR A DIOS
- TENER UNA FAMILIA EN CRISTO
La adopción nos trae muchas bendiciones. Es común que antes de encontrar a Cristo nos sintiéramos solos. Podemos tener estabilidad económica, algunos lujos, gustos, “amigos” o “amigas”, pero al final tenemos la misma sensación de vació en nuestros corazones. Cuando El Señor entra en nuestro corazón, ya nunca mas estamos solos.
Tenemos la oportunidad de servir a Dios, cuando predicamos, cuando ayudamos a las personas, cuando compartimos la palabra y un pan con el que lo requiere. Cuando oramos por los demás.
También tenemos una nueva familia, nuestra familia espiritual, que es la iglesia. Hemos hermanos de todo tipo, pero nos integramos. Es cierto que familia perfecta no la hay, tampoco en el ámbito espiritual. Llegamos a lastimar y ofender a nuestros hermanos, pero es parte del desarrollo espiritual, nos podemos equivocar, pero somos cristianos y entre todos superamos las diferencias.
Romanos 8
Viviendo en el Espíritu
8 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6 Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. 7 Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; 8 y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. 10 Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. 11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.
12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; 13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. 17 Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. 19 Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. 20 Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; 21 porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. 22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; 23 y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. 24 Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? 25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.
26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 27 Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.
Más que vencedores
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó; y a los que llamó, a estos también justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 8
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Romanos 8:1
Ésta es una evidencia muy clara de que, una vez que Cristo nos perdonó, ya nadie nos puede condenar. Somos libres, siempre y cuando andemos conforme al Espíritu. Si nuestra carne todavía se revela, tenemos que someterla para que ande conforme al Espíritu. Entonces, ninguna condenación habrá y seremos libres.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte
Romanos 8:2
¡Gloria a Dios! ¡Ya no podemos pecar! Entonces, ¿Por qué si seguimos pecando? Es por que nos descuidamos. Nos gana el deseo, el apellido, seguimos siendo humanos, pero ya no estamos en la ley del pecado, ya no somos esclavos del pecado, ya sabemos que es el pecado, ya reconocemos el pecado, y si lo cometemos a alguien, nos arrepentimos y pedimos perdón, y seguimos adelante con la ley del Espíritu. Entonces el pecado ya no nos gobierna, y si ya no nos gobierna, entonces vamos a la vida eterna. Eso es algo maravilloso.
Al verdadero cristiano ya no le gusta pecar, nos incomoda el pecado. Al que le gustaba mentir, si se le sale una mentira ya no le gusta, se arrepiente y pide perdón. Lo anterior, para los que andan conforme al Espíritu. Al que era bien enojón, se le nota que ya no se enoja. Ya no estamos en ese pecar, y por lo tanto ya no estamos para muerte, sino para vida eterna, por que Dios ya está en nosotros y nosotros reflejamos el carácter de Cristo.
Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
Romanos 8:6
Las personas compulsivas, con afán en el trabajo, pueden obtener muchas satisfacciones del mundo, pero no la paz. Cuando nos ocupamos de las cosas de Dios, encontramos la paz.
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
Romanos 8:14
Servir a Dios es un sinónimo de que eres hecho hijo de Dios y de que vas en ese camino.
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Romanos 8:16
No es por religión, no es por filiación, no es por señalamiento, no es por un precio, es por que el Espíritu nos dice, “Tú eres hijo de Dios” Ese es el certificado de nacimiento, cuando el mismo Espíritu nos dice “Tú eres hijo de Dios” Venga el que venga a decirnos que no somos hijos de Dios, el Espíritu ya nos lo dijo, ya nadie lo puede cambiar. El que tenga dudas, puede preguntarle directamente al Espíritu Santo, y si eso nos da paz, eso nos da gozo, no hay dudas, esa persona es hijo de Dios. Pero si el Espíritu no te lo dice, algo esta mal, sigue buscándolo para que Él te lo diga, y entonces tu Fe sea inquebrantable. Pase lo que pase no dudarás que eres hijo de Dios.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Romanos 8:37
Todos tenemos testimonio de que hemos pedido algo a Dios y Él lo ha hecho. Sanidad, un problema, la escasees, un conflicto familiar, etc. Por que somos mas que vencedores por medio de aquí que nos amó. Para los que servimos a Dios, podemos ir a la calle, o a cualquier parte a predicar sin temor, por que somo mas que vencedores. El cristiano no debe estar triste o deprimido, por que es mas que vencedor. No se trata de ir al otro extremo y pensar que somos indispensables y alimentar el ego, pero en Dios claro que somos mas que vencedores. Así que todo lo que llevemos al Padre, en su momento y a su manera, Él lo va a hacer, por que somos sus hijos.