La Oración

Transcripción del tema impartido el 13 de marzo 2024

¿Qué es la oración?

Para todos nosotros, de una forma muy muy simple (y al decir simple, me refiero a que son palabras muy comunes, pero con una importancia muy grande) es platicar con Dios.

Para platicar con alguien, debe haber un diálogo, uno pregunta o dice algo, el otro responde, y viceversa. Si orar el platicar con Dios, ¿En verdad podemos decir que el nos escucha y que nos está contestando? ¿En verdad podemos decir que estamos platicando con Él y que Él existe?

Nosotros por Fe creemos que Dios existe, y esa certeza la podemos tener cuando, a través del a oración, Dios nos contesta. ¿Dios nos puede contestar, o hablar a través de su palabra? La respuesta es si. ¿Dios nos puede hablar de forma audible? La respuesta es si. ¿Dios lo hace de forma frecuente? Ahí si la respuesta es, no lo hace tan frecuente. ¿Pero de que depende? Depende de nosotros, de la persona que quiera hablar con Él.

Si hablamos con alguien, si mostramos interés, se puede conversar, pero si no mostramos interés, no se puede dar un diálogo, no se puede dar una plática, por que en ese interés, en ese diálogo, yo me muestro como soy y la persona se muestra como es. Cuando no nos mostramos así, es hipocresía. Pero cuando hay un diálogo y nos mostramos tal como somos, también hay una relación.

Aún así, aunque tengamos una relación con alguien, no podemos conocer a la persona totalmente, por muchos años de relación que tengamos con alguien, jamás lo llegaremos a conocer al 100%, lo cual es normal. Por eso con Dios nuestra relación es mas profunda, por que Él mira nuestro corazón, Él mira nuestros pensamientos, Él mira nuestros deseos, Él mira nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Por eso El nos conoce de tal manera que sabe que es lo mejor para cada uno. Aquí es donde debemos tener una relación lo suficientemente funcional para que en esa plática Dios nos dirija, nos guie, nos corrija, y ahí es donde entramos en un problema. “!Quiero que Dios me diga si puedo trabajar o no¡”, “!Quiero que Dios me hable y me diga que puedo hacer con mi problema¡”, “!Pero no quiero que Él me diga que estoy mal!, !No quiero que me corrija!, !No quiero que me enseñe disciplina!

Todos llegamos a tener diferencias en nuestras relaciones, pero cuando en nuestro corazón está el mantener esa relación, escuchamos y entendemos, y eso va fortaleciendo la relación, por que vamos superando los obstáculos, vamos superando las diferencias, y nos hacemos seres funcionales en una sana relación. Con Dios pasa lo mismo. !Dios, sáname mi dolor de muelas! Y el nos sana. !Dios, trae a mis hijos con bien! Y Él los trae con bien. Pero si el nos dice ¡No me gusta lo que ves en la tele! O ¡No me gustan las relaciones que tienes! Tus “amigos” te están jalando al mal, entonces para nosotros ese no es Dios.

Cuando hablamos con Dios, no siempre queremos escuchar, y por eso la oración se vuelve monólogo, solo pedimos, pero no escuchamos cuando El nos dice: corrígete, disciplínate, ordénate, deja esto, no hagas aquello. Eso es lo malo en esta situación, cuando oramos no estamos dispuestos, o en ánimo de escuchar las correcciones. Por eso la oración se vuelve un monólogo. Lo mismo al “rezar” solo se repite la misma oración una y otra vez. La verdadera oración es decirle a Dios lo que hay en nuestro corazón y esperar una respuesta de Él, esa es la oración. Cuando logramos que Él nos conteste, es por que Él ve en nosotros que hay una convicción de querer tener una relación con Él, aunque nos duela, aunque no nos guste.

Nosotros no somos perfectos, y Dios lo sabe, y aun con nuestros defectos Dios quiere entablar una relación con nosotros. Cuando oramos y hablamos con Dios, debemos estar convencidos de que, si el habla, nosotros debemos obedecer. En una realidad espiritual, Él es Dios, es decir, Él gobierna, Él manda, Él determina. Él hace, Él no hace, ¡Él el Dios! No le podríamos decir nada. Sin embargo al ser un Dios de amor, Él nos escucha.

Hay que tener claro que Dios no propone, no opina, ¡Dios manda!, pero lo que manda es para nuestro bien. Nosotros somos finitos, por supuesto que somos inferiores a Él, !Él es Dios!, nuestras capacidades son limitadas. Es por eso que cuando Dios ordena, nosotros debemos obedecer. Y Por eso la oración, esa plática con Dios debe ser de ida, y de vuelta. ¡Señor yo me rindo!, ¡Señor yo me entrego!, ¡Señor que quieres que yo haga!, ¡Señor ordéname! Pero cuando el hable, nosotros debemos obedecer.

¿Cómo orar?

Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.

Lucas 11:1-4

Éste pasaje en Lucas 11:1-4, también llamado el “Padre nuestro” es de las oraciones mas conocidas, pero no quiere decir que es la única forma de orar. En toda la biblia podemos encontrar muchas formas de orar en las cuales la persona ora y Dios contesta. Ésta oración nos enseña y nos lleva a conocer que estamos haciendo al orar, no quiere decir que es la única manera. Es la manera correcta en la que cada uno de nosotros entendemos lo que estamos haciendo.

La oración como medio de gracia

La gracia es algo que recibimos sin merecerlo, y nosotros entendemos que la salvación (que es la relación que tenemos con Dios) no la merecemos, nadie puede ser tan bueno para ganarla por sus propios medios. Y para mantener esa gracia la sustentamos por medio de la oración y la lectura de su palabra. Eso es lo que acrecenta nuestra relación con Dios, permitiendo que sea Él quien nos siga teniendo como hijos y que sigamos teniendo una relación con Él.

Por eso decimos que la oración es un medio de gracia, por que nos permite vivir en la gracia.

Cuando ya tenemos una relación con Dios, se vuelve una necesidad del alma, por que lo amamos y no podemos estar separados de El. Por eso oramos, por que queremos estar cerca del Él.

Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.

Jeremías 29:12-13

Cuando invocamos a Dios, Él nos responde, aunque no siempre es de la forma en que esperamos. Pero todo en Dios tiene un propósito, y no siempre es como lo queremos. Pero cuando Él actúa, tiene un propósito, y debemos agradecer su actuar, por que lo hemos invocado, y nos ha escuchado, y Él ha contestado.

Diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.

Lucas 22:42-43

Cuando Jesús estaba en el huerto de Getsemaní, en oración le pidió a Dios que quitara de Él esa copa, pero el padre no lo hizo, Jesús tenía que pasar por ese dolor, tuvo que pasar por esa etapa, pero al final, gracias que Él paso por esa etapa, nosotros podemos ser salvos, y hoy día podemos decir ¡Gloria a Dios! Por que murió y después resucitó.

No siempre la respuesta de Dios es a nuestra manera. Otro ejemplo fue con el apóstol Pablo.

Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

2 Corintios 12:7-10

Pablo oró y pidió al Señor que le quitara la enfermedad, y Dios no se la quitó, pero Pablo siguió siendo fiel al Señor y trabajando para Él, haciendo lo que Él le pidió: ministrando, predicando, escribiendo, sanando. Dios no quiere nuestro mal, pero el propósito de Dios es mas grande que nuestras peticiones. Tal vez de momento no lo entendamos, pero con el tiempo entenderemos cual fue ese propósito que Dios tenía. No siempre habrá una respuesta como la esperamos, pero es nuestro deber aceptarla. Todos hemos perdido en algún momento algo, pero también podemos decir que Dios sigue con nosotros, sigue aquí, nos sigue hablando, aun si no entendemos lo que sucedió, pero el sigue con nosotros.

Pueden no gustarnos o podemos no entender sus decisiones, pero si tenemos la humildad de decir “Dios, yo te creo” el nos va a mostrar el porqué.

Es necesario humillarse ante Dios.

Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

2 Crónicas 7:14

En el versículo anterior, al mencionar “la tierra” se refiere a nuestra familia, a algo que nos pertenece. Aquí el Señor marca algo muy importante. Muchas veces esa familia se cae, se rompe por nuestro pecado. El pecado es todo aquello que no le agrada a Dios, pero para el cristiano, el pecado también es todo aquello que, sabiendo lo hacer, no lo hacemos.

y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.

Santiago 4:17

A veces nos va mal en el hogar porque hay pecado. Podemos decir, yo no robo, no soy asesino, no soy violento, etc. La amargura, la falta de perdón, el estar recordando el pasado pecaminoso, el desear las cosas de la carne y buscarlas, todo eso afecta nuestro hogar. Le prestamos mas atención a la televisión o a las redes sociales que a la oración y vamos contaminando nuestra mente.

Algunas veces estos problemas en el hogar son pruebas para crecer nuestra fe. Pero si perdemos la paz con Dios, o no tenemos esa paz, es que seguimos en pecado. Puede haber cosas del pasado que no hemos soltado, no hemos perdonado, no hemos entregado a Dios.

¿Cuándo debemos orar?

Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;

Efesios 6:18

Hemos escuchado tendencias cristianas que indican, tú declara , tú arrebata, tú toma. La palabra declarar tiene diferentes significados, pero en el sentido espiritual una declaratoria sería como decirle a Dios lo que tiene que hacer, y Él no esta bajo nuestras órdenes, nosotros estamos para obedecerlo. Cuando entendemos quien es Dios y quienes somos nosotros, no declaramos, no arrebatamos, como lo dice el versículo anterior “…con toda oración y súplica en el Espíritu…con toda perseverancia y súplica…” A Dios se le ruega, se le suplica, no se le declara. Dios nos delega cierta autoridad para ciertas cosas, pero toda autoridad pertenece y proviene de Él.

No hay que desanimarnos, debemos tener fe en que al estar orando, Dios siempre contesta, quizás no de la manera que esperas, pero aún así hay respuesta de Dios.

Jesús tenía la necesidad de orar

Hay muchos ejemplos en la Biblia que muestran la necesidad de Jesús de orar.

Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.

Marcos 1:35

Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos peces entre todos.

Marcos 6:41

Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió.

Lucas 3:21

En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.

Lucas 6:12

Si Él tenía la necesidad de orar, ¿Cuánto mas nosotros?

Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

Mateo 26:41

Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.

Lucas 21:36

Hermanos, somos humanos, nos cansamos, nos enojamos, a veces no controlamos las emociones, a veces el deseo carnal nos gana, pero también no podemos dejar de pecar, por que no oramos lo suficiente. Orar es la respuesta para dejar el pecado.

La oración debe tener estas características

La oración debe tener siempre humildad, fe, y siempre la sujeción a la voluntad de Dios.

Cuando nos acercamos al Señor, debemos creer que existe Dios, debe ser con la fe de que Él va a escucharnos y al final con la convicción para decirle, “hágase Tu voluntad”

Humildad

Jesús nos da ejemplo de humildad, fe y aceptación divina.

Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.

Mateo 26:39

Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad

Mateo 26:42

Con Fe

Cuando pedimos al Padre, es por que entendemos que somos hijos, y entendemos que no vamos a pedir cosas incorrectas al Padre, ni el nos las va a conceder.

Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.

Santiago 4:3

Cuando pedimos como hijos, entendemos que vamos a pedir lo correcto.

Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

Juan 14:13-14

Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

Marcos 11:24

Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

1 Juan 5:14-15