El Propósito de Cristo

No podemos entender la mente de Cristo, el es Dios, nosotros somos seres humanos, nuestra mente es limitada. No hay forma de comprender la mente de Dios, pero si podemos entender cual es su voluntad.

Muchas personas nos preguntan, ¿por qué en sábado se paran a las 6 de la mañana, ponen café, compran pan, paran a sus hijos, los meten a bañar, se van todos apretados en un carro, llegan al hospital a ver a gente que ni conocen, a veces los escuchan, a veces los rechazan, y todavía dicen que esa es la voluntad de Dios?

La mayoría de los cristianos que hacen cosas similares, ni siquiera lo piensan, pues la mente de Cristo nos hace conocer su perfecta voluntad. Una parte fundamental es lo que dice Jesús cuando le preguntan cual es el mayor mandamiento.

34 Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. 35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: 36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

Mateo 22:34-40

Cuando dejamos que el pensamiento de Cristo es cuando comenzamos a actuar conforme a lo que Dios pide. Entonces, ¿será la voluntad de Dios que llevemos café y pan a las personas que están esperando fuera del hospital? Para nuestro caso particular, la respuesta es si.

Por otro lado, ¿será también la voluntad de Dios que perdonemos? La respuesta muchas veces no es tan fácil, al menos para nosotros, que no siempre estamos dispuestos a perdonar, pero Jesucristo es bien claro en su palabra.

14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Mateo 6:14-15

No solo debemos perdonar, también necesitamos perdonar. El odio es como un veneno que nosotros tomamos queriendo que le haga daño a otro. Debemos y necesitamos perdonar, pero la Biblia también es clara en un aspecto, debemos tener frutos dignos de arrepentimiento. Cuando nos toca pedir perdón, pero volvemos a lo mismo, o pedimos perdón bajo nuestros términos, ese no es verdadero arrepentimiento. Cuando tenemos la mente de Cristo aprendemos a perdonar, a pedir perdón y a tener frutos dignos de arrepentimiento.

Cuando pidamos perdón, debimos haber sido transformados por Dios. No somos perfectos y nos seguiremos equivocando, pero ya no por gusto. Un adulterio por ejemplo no es por accidente, es premeditado. Pero puede haber situaciones incidentales que produzcan enojo, pero ese enojo tampoco debe durar, se corrige el problema y se sigue adelante. Si alguien nos hace algo y no perdonamos, un pecado premeditado contra esa persona es venganza. El tener la mente de Cristo nos ayudará a hacer lo correcto. Seguramente no podremos a la primera, pero llevemos a Cristo nuestros pensamientos, nuestra ansiedad, nuestra ira, nuestra necesidad, entonces todo lo podremos en Cristo que nos fortalece.

13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Filipenses 4:13

Podemos perdonar en Cristo, pero si somos rencorosos, ni estamos en Cristo ni podemos perdonar. Si estamos pecando, no estamos en Cristo y no podemos dejar de pecar. El punto es ir a Cristo, si somos los ofensores, ir a Cristo para aprender a pedir perdón y dejarlo de hacer. Si somos los ofendidos, ir a Cristo para que Él sane. En Cristo todas las cosas son hechas nuevas.

17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

2 Corintios 5:17

En Cristo podemos sanar del pasado, perdonar el pasado y tener una vida nueva, hoy, y una vida victoriosa, pero tenemos que ir a Cristo y dejar que Él moldé tu mente.

44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? 47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? 48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.

Mateo 5:44-48

Amar a nuestros enemigos o a quienes nos ultrajan, bendecirlos y orar por ellos, una medicina bastante difícil de tomar y dolorosa de ingerir, pero cuando lo hacemos, somos libres y podemos perdonar, al justo y al injusto, por que entonces pensamos como Cristo quiere que pensemos. Aprendemos a sanar y que Dios siempre ha estado ahí, y entonces es tiempo de pensar como Cristo.

Contexto

16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Juan 3:16

Este es el texto de oro para muchos cristianos, resume en un párrafo el propósito de Cristo para con nosotros, aunque toda la Biblia, desde génesis hasta apocalipsis, describe el propósito de Dios.

38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

Juan 6:38-40

¿Cuál es la voluntad de Dios? Que vivamos con Él en la eternidad, a eso vino Jesús. Él sabía que todos nosotros podríamos estar en el infierno, en el lago de fuego, donde padeceríamos y nadie nos podría ayudar. Dios es bueno y por eso mando a su hijo, pero no nos obliga a creer. Cada uno de nosotros decidimos si creemos o no creer, pero también decidimos que tanto queremos creer. Hay quienes saben que hay un Dios, y que la Biblia es la palabra de Dios, pero no están interesados en buscarlo ni en leer su palabra. ¿Nosotros creemos o sabemos que Dios es nuestro padre? Si en vedad lo creemos, deberíamos obedecerlo en todo.

Como padres nos podemos preguntar, ¿cómo me gustaría que fueran mis hijos? O como hijos, ¿cómo me gustaría que fuera mi padre? Humanamente nuestros hijos no son como quisiéramos que fueran, tampoco tenemos padres como quisiéramos que ellos fueran, y tampoco somos los hijos que deberíamos ser. Pero cuando creemos que Dios es nuestro Padre, deberíamos ser esos hijos que tanto anhelamos tener. Hijos que cuando Dios nos hable y nos mande a su obra estemos preparados y dispuestos sin que nos tenga que decir las cosas, pero no somos así. Sin embargo, para vergüenza de cada uno de nosotros, si tenemos un Padre que nos lo da todo. Él esta al pendiente de nosotros, nos da techo, alimento, familia. Si le pedimos a Dios un empleo, el nos da un trabajo, si tenemos una dolencia, el nos sana o nos permite ir al doctor para sanar. Dios siempre suple, nos levantamos y ya está el Señor, nos acostamos y Él sigue ahí. Hay trabajos que se complican y Él los arregla. Él nos enseña y nos da la capacidad para nuestras actividades. Nos enseña a ser esposos, esposas, padres.

¿Creemos que Dios es nuestro Padre? ¿lo obedecemos en los que nos diga? ¿cuánto tiempo seguiremos en indisciplina antes de obedecer? Podemos leer la Biblia, y creer lo que dice la palabra, pero entonces nos debemos comportar como si en verdad sí creyéramos.

Lo que Dios nos dice en su palabra es verdad, y si Dios nos dice algo, debemos de creerle y va a pasar. Si el nos dice que si no le creemos no estaremos con Él, sino que estaremos en el castigo por la eternidad, debemos de creerle. Así como le creemos que si estamos con en Él, estaremos con Él en la eternidad, también hay que creerle que separados de Él estaremos en el lago de fuego.

Como padres debemos enseñar a nuestros hijos que nosotros como padres debemos cumplir con lo que les decimos, para bien o para mal. Nuestro padre cumple lo que nos promete, para vida o para muerte.

30 Yo y el Padre uno somos.

Juan 10:30

26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

Juan 14:26

Aquí podemos ver al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en una sola voluntad, querer llevarnos al reino de los cielos. Es la voluntad de Dios que vayamos al reino de los cielos. Cristo vino, pagó el precio, el Padre lo quería y el Espíritu Santo es quien hoy nos está llevando a éste entendimiento.

El propósito de Cristo

No busca riqueza o poder humano

En general las personas tienen conflicto con éste propósito. Queremos que Dios sea a nuestra manera. Una lamentable enseñanza ha sido que cuando recibimos a Cristo en nuestro corazón, Él nos va a cumplir lo que le pidamos, y no es así. Cuando entregamos nuestra vida a Cristo, perdemos nuestra vida, y en muchos casos nuestra casa, nuestros propósitos, nuestros sueños, todo, y nos hace entrar en un propósito divino. Pero el evangelio de hoy enseña que le exijamos a Dios que cumpla lo que Él ha prometido y todo lo que pidiéramos en el nombre de Jesús, nos será dado.

La Biblia no dice eso, dice que morimos a nosotros mismos y tenemos una vida nueva en Dios, donde ahora el Espíritu es quien nos determina que vida vamos a tener. Dios no cumple nuestros propósitos, Dios nos involucra en sus propósitos eternos.

33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Mateo 6:33

3 Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. 2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,[a] espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. 8 El viento[b] sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. 9 Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? 10 Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? 11 De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. 12 Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? 13 Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. 14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15 para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Juan 3

Entonces Dios no cumple nuestros propósitos, Dios nos aparta como sus hijos para que nos involucremos en sus propósitos.

Cuando tenemos un propósito personal, debemos preguntar a Dios si es su propósito que tengamos lo que deseamos, el nos puede cumplir nuestros propósitos, siempre y cuando sean sus propósitos, sea su voluntad y los utilicemos para bendecir a otros. Dios no está para cumplir nuestros caprichos, Él es Dios, nosotros queremos formar parte de la familia de Dios, no al revés. Dios sin nosotros sigue siendo Dios, pero nosotros sin Él somos nada.

No busca riqueza económica.

Cuando demos, no busquemos el agradecimiento, por que Dios nos bendijo para bendecir a otros. Hacemos buenas obras para Dios, y para la gloria de Dios.

7 Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. 8 Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. 9 No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos;

Mateo 10:7-9

No puede ser medido por el hombre

No se puede medir, por que es divino. No podemos medir nuestro trabajo por el número de almas ganadas. Al evangelizar, si una persona nos escucha, ya valió la pena. Puede ser que en ese momento esa persona no busque a Cristo, pero puede ser que tiempo después se entregue a Él.

No podemos medir cuanto invertimos para recuperar. Dios es el que invierte, el que espera pacientemente el fruto, el que siembra, cosecha y riega para obtener un fruto espiritual. Nosotros tenemos un deber, y es obedecer.

La obra que hacemos en Dios jamás la podremos medir como hombres. Él sabe la intención del corazón.

No es en esta tierra

El propósito de Dios es espiritual, y va mas allá de esta tierra. El fin es llegar a la eternidad con nuestro Dios.

Nunca va a buscar la aprobación de los hombres

Él no nos va a preguntar sobre sus planes, Él es Dios. El no va a buscar si le creemos o no, si estamos o no de acuerdo. Dios manda y Dios determina. Por eso es que cuando Él nos hable, no digamos que no, o que no podemos. Él ya vio la obra en nosotros, Él ya sabe que podemos, y nosotros todo lo podemos en Cristo que nos fortalece.

No busquemos darle a Dios el visto bueno, el manda, nosotros obedecemos, Él es el Padre, el manda, nosotros le creemos y obedecemos.

El propósito de Cristo

61 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;

Isaías 61:1-2

Ésta profecía es sobre la persona de nuestro Señor Jesucristo, y el la cumplió durante su ministerio en la tierra. Ahora nos toca entender en esa mente de Cristo, que también es para nosotros, cada uno de nosotros, de acuerdo al verso ¿qué es lo que queremos hacer?

Se escucha muy bien cuando cada uno de nosotros elegimos que tarea es la que queremos hacer, pero ¿en verdad lo vamos a hacer? Nuestras congregaciones serían otras si cada uno de nosotros tomáramos una tarea, con tal de predicar la palabra de Dios.

Muchas veces no queremos por que pensamos que no sabemos, que no tenemos experiencia. La experiencia la vamos a adquirir de rodillas, leyendo, orando, leyendo, orando, leyendo… ¡y creyendo-le a Jesús!

Jesús nos da los dones que le pidamos, pero hay que pagar el precio. Los dones que tengamos no son por voluntad propia, son por voluntad del Señor. Dios usa los dones que nos da, por que a Él le pertenecen.

10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

Juan 10:10

Abundancia no es sinónimo de poder económico ni de posesiones. Abundancia se refiere a la presencia de Dios en nuestro hogar. Si Dios está en nuestro hogar y quiere que económicamente tengamos riqueza, ¡Amén! Dios no esta peleado con la riqueza, pero Dios aborrece al que ama al dinero, al que pone al Dinero antes que a Dios. En Dios podemos tener dinero, pero es para bendecir a otros, ”dar de gracia lo que de gracia recibimos” Si decimos que no, por que el dinero es de nosotros, por que nosotros lo ganamos, entonces estamos poniendo al dinero antes que a Dios. Dios no está en contra de que tengamos riquezas, lo que a Él no le gusta es que valoremos al dinero mas que a Él, mas que a las personas. Todo viene de la mano de Dios.

14 Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.

1 Crónicas 29:14

Si Dios nos bendice, nos da casa, comida, riqueza, familia, etc. cuando Él nos diga “compártelo” hay que hacerlo, por que Él nos dio todo, de Él proviene todo, no es nuestro, las cosas nos las da Dios para bendecir a otros. Cada que digamos “ésto es mio” hay que recordar que lo recibimos de Dios. No debemos ser egoístas, debemos ser agradecidos.

Todo le pertenece a Dios, nuestras pertenencias, nuestro tiempo, nuestros logros, nuestros estudios, nuestra carrera, nuestras capacidades. Nada es nuestro, y aun si fuera de nosotros, al morir, nada nos llevaremos. Si queremos dejar huella, no dejemos herencias, dejemos huella en los corazones de las personas.

10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Lucas 19:10

¡Todos estábamos perdidos! Podríamos tener dirección en nuestras metas, en nuestro trabajo, en nuestro matrimonio, en nuestra vida persona, pero en general, no sabíamos a donde vamos. Sin Dios no sabemos a donde vamos, sin Él no sabemos perdonar, sin Él no sabemos amar. Todos estábamos perdidos, en diferentes áreas, pero el Señor es bueno para cuidarnos y liberarnos.

34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.

Juan 4:34

Así deberíamos ser nosotros. Anteponer la voluntad del Señor a nuestras necesidades materiales. ¿preferimos dormir mas a orar? ¿preferimos no ir a predicar a no comer? Muchas veces para el Señor tenemos pretextos, mismos que no tendríamos para otras actividades o para el trabajo.

Dios es bueno, Dios es nuestro Padre, Dios nos quiere y nos tiene paciencia, pero sigue siendo Dios. Si no lo seguimos y no lo obedecemos, después no nos lamentemos.

43 Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado.

Lucas 4:43

37 Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.

Juan 18:37

Un propósito de Dios es que escuchemos su voz. Ésto se hace orando, congregándonos, leyendo su palabra. El propósito es que seamos guiados, y para esto está la palabra, esta la congregación, están los ministerios. Al final, la decisión sigue siendo de cada uno de nosotros.

El propósito de Dios debe aplicar a cada uno de nosotros. Dios no vino a juzgarnos, a maltratarnos o a ofendernos.

16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. 21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

Juan 3:16-21

Ésta es una verdad muy completa, que nos debe hacer cambiar de opinión. Los que creemos, debemos venir a Dios, debemos andar en la luz, ese es el verdadero amor de Dios, que envió a su hijo, que vino. Los que no quieren venir, ya están condenados. Todos ya estábamos condenados, pero en la gracia y en el amor de Dios, podemos ser libres. Debemos ir a esa libertad de Dios y reflejar el propósito de Dios en nuestras vidas. Lo que nos toca a cada uno de nosotros es, ¡hacerlo realidad!