Transcripción de la enseñanza del 21 de julio 2024
En la iglesia todo lo que hablamos, todo lo que decimos, tiene que estar fundamentado en la palabra de Dios. Toda nuestra base y nuestro sustento debe ser 100% bíblico, la autoridad suprema es la palabra de Dios.
21 Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; 22 el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca;
1 Pedro 2:21-22
La palabra de Dios nos dice que Jesús nos dejó ejemplo, para seguir sus pisadas. El ejemplo supremo, el ejemplo máximo es nuestro Señor Jesucristo. No hay otro, no hay otra forma, no hay otro camino.
6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Juan 14:6
Actualmente hay muchas formas de pensamiento, muchas formas de conducirse, aún en iglesias “cristianas” Una de estas formas de pensamiento dice que es triste que los evangélicos tengamos solo un ejemplo, que es Jesucristo. Pero nosotros somos cristianos, somos hijos de Dios. Los cristianos seguimos las pisadas de Cristo. No creemos en santos por que nosotros lo digamos, sino por que la palabra de Dios nos lo enseña así.
¿Nuestro Señor tuvo emociones como nosotros? ¿sufrió como nosotros? ¿padeció como nosotros? De pronto podemos no saber a quien recurrir y pensar que Dios no entiende por que Dios no siente mi tristeza, mi sufrimiento, o mi dolor, mi angustia, y por eso Dios no se acerca a mí. Pero Dios también sintió emociones. Jesucristo vivió y sintió tristeza, abandono, soledad, a Él también lo rechazaron, lo juzgaron y lo criticaron. Él padeció como cualquiera de nosotros.
Jesús se enojó, igual que nosotros, pero la diferencia es que Él no pecó. Si lloramos o nos sentimos solos, no es malo, el Señor sintió también soledad. Si nos sentimos rechazados, Él también lo sintió.
14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Juan 1:14
Jesucristo, el hijo de Dios se hizo carne, la palabra, el verbo de Dios, Jesucristo es Dios. Él tiene una naturaleza divina, pero también una naturaleza humana. Jesucristo es el hijo de Dios encarnado para venir al mundo a cumplir el propósito del padre. El es Dios de Dios. El ya existía antes que los cielos, que las galaxias, que los planetas. Él ya existía, Él ya era. El es el mismo por los siglos de los siglos, el permanece para siempre, su palabra permanece para siempre, y lo que nos dice de ser ejemplo para seguir sus pisadas, es para siempre. Lo que Dios ha dejado en su palabra, permanecerá para siempre.
Actualmente se quiere presentar a un Jesús mas “light”, mas emocional, un Jesús que acepta ciertas cosas, pero la biblia indica que el permanece para siempre. Él estaba en la gloria del Padre, con la adoración celestial, y vino a este mundo, a semejanza de hombre, para que nosotros viéramos su gloria. Alguien puede pensar ¿cómo Dios siendo Dios vino a encarnar?
Muchas iglesias no lo entienden lo anterior. Todos sabemos que de la unión de un hombre y una mujer nace un hijo. Dios no se formó de esta forma, por eso no podemos llamar “madre de Dios” a María, pues Él ya era, Él ya estaba, Él ya es. Él solamente vino a encarnar en un vínculo, donde el Espíritu Santo la cubrió y la envolvió, pero Él ya estaba, el vino ahí. En su naturaleza, siendo Dios y siendo igualmente hombre, Él padece tanto como nosotros. Hay algunos pensamientos que dicen que como Jesús era Dios, no sintió dolor alguno, ni los latigazos, ni la corona de espinas. Pero el padeció agonía.
58 Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. 59 Tomaron entonces piedras para arrojárselas; pero Jesús se escondió y salió del templo; y atravesando por en medio de ellos, se fue.
Juan 8:58-59
Jesús declaró que Él, antes que Abraham, Él ya era, pero no le entendieron. Pero la gente que si le entendió lo quiso apedrear, por que se hacía igual a Dios.
Otro pensamiento modernista dice que nosotros somos pequeños dioses, o que nosotros podemos llegar a ser Dios, si logramos un nivel espiritual suficiente. ¡Dios es el único que es hijo de Dios en toda la plenitud de sus atributos, en toda la plenitud de sus características, en toda la plenitud de su naturaleza humana y en su naturaleza divina! Nosotros somos hijos de Dios por adopción, no por tener una naturaleza divina. Él es el único que tuvo los atributos divinos. Él no estaba limitado en ninguno de sus atributos divinos cuando estuvo en la tierra. En algunas cosas estaba sujeto al Padre, para cumplir su propósito, pero Él era Dios mismo, el verbo se hizo carne. Él quiso venir al mundo para que le conociéramos. Él quiere tener una relación personal con nosotros. Por que Él es el centro de todo, el hizo los cielos y la tierra, Él es el centro de la biblia. Él se manifiesta tanto en el antiguo como en el nuevo testamento. La biblia es Cristo-céntrica, Él es el centro de la palabra de Dios.
El tabernáculo
Dios ordenó a Moisés que hiciera un tabernáculo, un lugar donde estuviera la presencia de Dios. Para eso Dios mismo le dio a Moisés instrucciones específicas: Dimensiones, color, material, etc. A Dios le gustan los principios, el orden, el aseo, la puntualidad. A muchos de nosotros no nos gusta el orden y la disciplina. No nos gusta que Dios nos de lineamientos a seguir. Pero en el momento en el que nos salimos de la voluntad de Dios, lo perdemos todo.
Si Moisés hubiera añadido algo de su parte a las instrucciones de Dios, no hubiera cumplido el propósito de ese lugar. Si hubiera cambiado el color que a él le hubiera gustado, o que le hubiera gustado al pueblo, no se hubiera cumplido el propósito de Dios.
Todo tiene un propósito. Todos los detalles indicados para la construcción del tabernáculo nos hablan de Jesucristo. Moisés hizo al pie de la letra lo que Dios le indicó. Ésto muestra una gran relación entre el hombre de Dios y su Señor. A veces en las pequeñas cosas cotidianas que requieren un orden, no lo hacemos, y no obtenemos el resultado que esperamos al final, por que no llevamos un orden, no tenemos disciplina. No actuamos conforme lo que Dios manda o Dios quiere de nosotros y lo hacemos a nuestra manera. Dios le indica a Moisés poner el tabernáculo en medio del campamento.
La presencia de Dios quiere estar en el centro de nuestra vida, en el centro de nuestra casa, en el centro de nuestro corazón. Que en nuestro corazón esté su presencia, que se el centro de nuestras emociones, el centro de nuestro pensamiento, el centro de lo que somos. Desde el principio en el tabernáculo Dios mostró todo lo que Él era para que nosotros pudiéramos entender hoy lo que Él es. Él es el pan de vida, Él es la luz del mundo. Todo lo que estaba en ese lugar apuntaba a Él. El velo de éste lugar es el que se rasgó cuando Cristo muere en la cruz. Éste velo era el que separaba el lugar santo del lugar santísimo. Al morir Jesús, el velo se rasgó para que nosotros pudiéramos entrar a su presencia, porque Él quiere tener trato con nosotros.
El problema no es que Dios no se acerque a nosotros, el problema es que nosotros no nos acercamos a Él. Estamos tan ocupados en nuestras actividades diarias que dejamos fuera a Dios cuando Él quiere entrar a nuestras vidas, Él quiere estar presente en nuestro corazón. Ese es el problema. Jesús entregó su vida para que nosotros tengamos una relación constante con Él, todos los días. Él nos ama, Él no quiere la muerte de nadie, el no quiere ver sufrir a ninguno, Él no quiere ver llorar a ninguno, Él es amor, Él es paz, Él es consuelo, es bondad, es misericordia, es paciente, lento para la ira y grande en misericordia. Él ama a su iglesia, Él ama al pueblo, Él ama a la gente. El problema es que muchos no oramos, no leemos, no cantamos alabanzas, no buscamos su presencia, por eso en la semana nos va mal, por eso en la semana nos sentimos tristes, por eso salimos de la casa y nos sentimos con miedo por que no tenemos la cobertura divina. Por eso no nos atrevemos a ir a predicar a un lugar donde hay endemoniados o expresiones de obscuridad. Cuando Jesús está en el centro de nuestros corazones, se manifiesta la luz poderosa de la presencia de Dios, se manifiesta su gloria, se manifiesta su presencia. Pero cuando en nuestro corazón hay resentimiento, ira, contienda, tristeza, abandono, depresión, soledad, no dejamos a nadie acercarse. Cuando hay una persona temerosa, esa persona no tiene a Dios, por que si tuviera a Dios, Él defendería a esa persona.
Ese es el problema, a veces salimos sin siquiera haber dado gracias a Dios por el nuevo día. Salimos sin al menos decir “Dios, te bendigo en este nuevo día” Dios quiere hacer habitación en nosotros. Gracias a Dios por que en la iglesia está su presencia. Cuando oramos se siente la presencia de Dios, pero ¿sientes la misma presencia en tu casa? ¿cuando estas solo sientes la presencia de Dios? En tu corazón, tus emociones, ¿reflejan la presencia de Dios? ¿Qué ocupa el lugar número uno en nuestras emociones? ¿Durante la semana pensamos en Dios? ¿Cuantos pensamientos de Dios hubo en nosotros? ¿Cuantos sentimientos o emociones reflejamos de Dios? ¿Que tanto manifestamos las cosas de Dios y que tanto las cosas de la naturaleza humana?
¿Qué pasa cuando Dios permite a esa persona difícil que esté constantemente atacándonos? ¿Como reaccionamos? Dios pone a esas personas en nuestras vidas para formar nuestro carácter, por que quiere que aprendamos lo que es amar y perdonar. Ahí es donde tenemos la oportunidad en Dios de llevar nuestras emociones y nuestros pensamientos a Cristo, que Él los tome y nosotros ser semejantes a Él en este ejemplo que Él nos ha dejado. Jesucristo dijo “De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy” y lejos de aceptarlo, se enojaron, lo despreciaron y quisieron apedrearlo. Muchas veces cuando la palabra no cabe en el corazón pecador y que no quiere arrepentirse, y le cae de peso y no le gusta y saca lo peor de sí.
La fiesta de los tabernáculos
33 Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 34 Habla a los hijos de Israel y diles: A los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a Jehová por siete días.
Levítico 23:33-34
Dios dijo que hubiese una fiesta especial, y en una fecha especial. Se tenían que hacer y comer ciertas cosas, por que Dios quería que siempre se recordara esta fiesta de los tabernáculos.
16 Tres veces cada año aparecerá todo varón tuyo delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere: en la fiesta solemne de los panes sin levadura, y en la fiesta solemne de las semanas, y en la fiesta solemne de los tabernáculos. Y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías;
Deuteronomio 16:16
Ésta fiesta es solemne para el pueblo judío. Nosotros los no judíos, como pueblo de Dios tenemos que estar conscientes que esta festividad es especial por que la familia tenía que irse a vivir a una tienda fuera de su casa, para recordar como fueron sacados. Tienen que comer apresuradamente y tienen que comer hierbas amargas, para que no se les olvide que Dios fue su proveedor y que Dios los sacó de Egipto, y que Dios los hizo pasar por esa amargura. Dios es Jesucristo y Él quiere que nosotros tengamos siempre presente que sin Él nuestra vida está llena de amargura, de apresuramiento y de soledad. Por eso debemos mirar que Jesús lo que quiere es que aprendamos a reconocer quién es Él.
26 Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre. 27 Estará en medio de ellos mi tabernáculo, y seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. 28 Y sabrán las naciones que yo Jehová santifico a Israel, estando mi santuario en medio de ellos para siempre.
Ezequiel 37:26-28
Ésta fiesta tiene un aspecto profético. Cuando sea el milenio y todas las naciones vayan a Jerusalén a adorar a Dios en su templo, se cumplirá la parte del tabernáculo de Dios con los hombres, y Dios estará en medio y todas las naciones sabrán que Jesús es Dios. Es decir, desde ese entonces Dios quiere que todas las naciones le conozcan. Cuando se hizo el tabernáculo, todos dieron, y de lo que dieron sobró, y todos dieron para que se hiciera el lugar, para la casa de Dios. Tenemos que aprender a dar. Si queremos que la presencia de Dios esté en nuestras vidas, tenemos que aprender a dar, en todos los aspectos. Darle a Dios lo que a Él le corresponde, de nuestra vida, de nuestros pensamientos, darle a Dios. Si queremos que Él esté en nuestro corazón y que bendiga nuestro trabajo, tenemos que darle nuestras primicias y el diezmo. En la medida que damos, el reino de Dios se acerca. En la medida en la que le damos a Dios, Él nos bendice. Cuando le damos a Dios más de nuestro trabajo, y le damos al necesitado. Delante de nosotros van las misericordias que hacemos a los hombres y en la retaguardia va la protección de Dios. El reino de Dios no consiste en monedas, en dinero, pero consiste en misericordia, bondad y justicia y Él ve nuestras acciones de misericordia, bondad y justicia. Él sabe quien es dadivoso.
25 En esto se presentó un experto en la Ley y, para poner a prueba a Jesús, se puso de pie y le hizo esta pregunta:
—Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
—¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo la interpretas tú?
27 Como respuesta el hombre citó:
—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”,[a] y “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.[b]
28 —Bien contestado —dijo Jesús—. Haz eso y vivirás.
29 Pero él quería justificarse, así que preguntó a Jesús:
—¿Y quién es mi prójimo?
—Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. 31 Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo. 32 Así también llegó a aquel lugar un levita y al verlo, se desvió y siguió de largo. 33 Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y viéndolo, se compadeció de él. 34 Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. 35 Al día siguiente, sacó dos monedas de plata[c] y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva”. 36 ¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
37 —El que se compadeció de él —contestó el experto en la Ley.
—Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús.
Lucas 10:25-37
Como en la parábola del buen samaritano, tenemos que darnos cuenta que si Dios es el centro de nuestras emociones, de nuestro pensamiento, tenemos que reflejar esa luz a los hombres, a los que están afuera.
Dios está cuando su presencia está en nuestros corazones. En los corazones donde no esta Su presencia, solo hay una horrible expectación de juicio.
11 Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará; 12 y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo.
Levítico 26:11-12
Es hermoso, es bello, saber que la presencia de Dios trae luz a nuestros corazones, la presencia de Jesucristo trae luz a nuestras emociones, a nuestros pensamientos, a nuestros sentimientos. No cabe en la mente de Dios el decir que hay una persona que se llame cristiano y no perdone, que no tenga paz. Si la morada de Dios está en este corazón, todo lo demás se cae, se deshace, queda afuera por la presencia de Dios, por que la presencia de Dios lo ocupa todo.
Kadosh significa «Santo, santo, santo es el Señor Dios todopoderoso” Cuando Dios está en un corazón, Él lo santifica, Él lo purifica, Él lo limpia, Él hace nuevas todas las cosas. El que odiaba ya no odia, el que quiere matar ya no mata, el que tiene pensamientos suicidas ya no se suicida. El corazón que tiene la presencia de Dios se hace santo, por que el santo de los santos está en él. Se acaba esa forma de pensar, se acaba esa forma de sentir, el decir “yo no me dejo”, “yo respondo” Porque la presencia de Dios, que es santo, lo llena a uno y esa santidad hace que todo lo demás se vaya.
Ésto es hermoso. Dios quiere que aprendamos que, cuando Dios habita en un corazón, es plena, es completa, es total, es absoluta, no tiene límites. En el tabernáculo, cuando se menciona que la presencia de Dios descendía, hablaba con los hombres de Dios, con los sacerdotes. Por eso tenían una vestidura especial. Esa presencia maravillosa de Dios es la misma que hoy Dios quiere habitar en nuestros corazones, es la misma que quiere santificar nuestros corazones para que reflejemos a los que están a nuestro alrededor, las cosas hermosas de Dios. En Ezequiel 37, cuando dice la biblia que todos vendrán y adorarán a Dios, lo vamos a alabar de día y de noche. Ésto es hermoso, porque vamos a reconocer que Él es quien llena de su presencia la tierra.
Por eso nosotros debemos comenzar a quitar de nuestro corazón todo aquello que no le agrada a Dios y empezar a llenarnos mas de Dios para poder sentir esa gloria que vieron los hombres. ¡Porque esa luz se refleja, se da a notar, se ve, hay algo diferente!
El énfasis de Dios en la persona interior
Hay muchas formas de pensamiento, pero recordemos que nosotros nos basamos totalmente en la biblia. Hay personas que dicen “a mi no me juzgues por como soy ni lo que hago” Cada quien es respetable en su pensamiento, pero la biblia enseña que Dios da énfasis en la vida interior de cada persona. Lo que hay en el corazón del hombre. Nosotros podemos vernos y ver a los demás con nuestros ojos y ver que somos hijos de Dios, pero si nos pudiéramos ver con los ojos con los que Dios nos ve, con los ojos de su palabra, posiblemente no seríamos ni la mitad de hijos de Dios que pensábamos. Por que Él no ve lo que ven los ojos de los hombres, sino que Él mira el corazón.
12 Aplica tu corazón a la enseñanza,
Y tus oídos a las palabras de sabiduría.
Proverbios 23:12
Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.
Come y bebe, te dirá;
Mas su corazón no está contigo.
Proverbios 23:7
Podemos decir que somos lo que queramos delante de los hombres, podemos presumir lo que queramos, pero dentro de nosotros el Señor conoce en realidad quienes somos. Si no sabemos amar y perdonar, si no podemos reconocer que nos equivocamos, si somos altivos, si somos soberbios, Dios si reconoce tal quienes somos en nuestros corazones.
4 Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
Mateo 9:4
Hay muchos pensamientos que están en nosotros y que Dios los conoce. Si no son pensamientos buenos Dios no nos dejará ejecutarlos. Dios conoce las intenciones del corazón. Hay gente que puede expresar que tienen buenas intenciones, pero no corresponden con sus acciones. Pensamos que somos buenos, pensamos en buenas acciones, pero nunca las hacemos. Aunque nadie conozca nuestros pensamientos, aún nosotros mismos, Dios si los conoce.
7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
1 Samuel 16:7
Las apariencias engañan. Dios no mira lo que miramos nosotros, el mira el corazón. Dios se fija en nosotros.
28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.
Mateo 5:28
Puede ser que un hombre vea a una mujer para codiciarla, pero nunca llegue a consumar la acción, sin embargo, Dios que ve nuestro corazón ya lo juzgó como pecado. Dios nos ha puesto reglas, quien no esté en el orden de Dios no va a entender estas reglas, porque para esa persona son locura.
21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.
Mateo 5:21-22
Dios ve lo que hay en el corazón del hombre. Ya en el pensamiento hay un pecado, una sensación de juicio, de malestar. Si buscamos el mal de una persona somos culpables de juicio desde que lo pensamos, aún cuando no lo hayamos hecho.
1 Pasadas estas cosas, aconteció que Nabot de Jezreel tenía allí una viña junto al palacio de Acab rey de Samaria. 2 Y Acab habló a Nabot, diciendo: Dame tu viña para un huerto de legumbres, porque está cercana a mi casa, y yo te daré por ella otra viña mejor que esta; o si mejor te pareciere, te pagaré su valor en dinero. 3 Y Nabot respondió a Acab: Guárdeme Jehová de que yo te dé a ti la heredad de mis padres. 4 Y vino Acab a su casa triste y enojado, por la palabra que Nabot de Jezreel le había respondido, diciendo: No te daré la heredad de mis padres. Y se acostó en su cama, y volvió su rostro, y no comió.
5 Vino a él su mujer Jezabel, y le dijo: ¿Por qué está tan decaído tu espíritu, y no comes? 6 Él respondió: Porque hablé con Nabot de Jezreel, y le dije que me diera su viña por dinero, o que si más quería, le daría otra viña por ella; y él respondió: Yo no te daré mi viña. 7 Y su mujer Jezabel le dijo: ¿Eres tú ahora rey sobre Israel? Levántate, y come y alégrate; yo te daré la viña de Nabot de Jezreel.
8 Entonces ella escribió cartas en nombre de Acab, y las selló con su anillo, y las envió a los ancianos y a los principales que moraban en la ciudad con Nabot. 9 Y las cartas que escribió decían así: Proclamad ayuno, y poned a Nabot delante del pueblo; 10 y poned a dos hombres perversos delante de él, que atestigüen contra él y digan: Tú has blasfemado a Dios y al rey. Y entonces sacadlo, y apedreadlo para que muera. 11 Y los de su ciudad, los ancianos y los principales que moraban en su ciudad, hicieron como Jezabel les mandó, conforme a lo escrito en las cartas que ella les había enviado. 12 Y promulgaron ayuno, y pusieron a Nabot delante del pueblo. 13 Vinieron entonces dos hombres perversos, y se sentaron delante de él; y aquellos hombres perversos atestiguaron contra Nabot delante del pueblo, diciendo: Nabot ha blasfemado a Dios y al rey. Y lo llevaron fuera de la ciudad y lo apedrearon, y murió. 14 Después enviaron a decir a Jezabel: Nabot ha sido apedreado y ha muerto.
15 Cuando Jezabel oyó que Nabot había sido apedreado y muerto, dijo a Acab: Levántate y toma la viña de Nabot de Jezreel, que no te la quiso dar por dinero; porque Nabot no vive, sino que ha muerto.
1 Reyes 21:1-15
A veces pensamos que nuestras acciones no tienen consecuencias y las hacemos sin pensarlas. Nos dejamos guiar por nuestras emociones. Esas acciones pueden llevarnos a consecuencias terribles, por no pensar. ¿que tiene de malo ir aquí o allá? ¿que tiene de malo hacer esto o aquello? Y hacemos las cosas sin pensar, o pensando que nada va a pasar, pero cuando pasa no podemos evitar las consecuencias. Lo que Dios quiere es que mejoremos para que no nos vaya mal. Ni con nuestra familia, ni con nuestros actos, ni con nuestros amigos, ni en la iglesia. Dios quiere todo el bien posible para sus hijos y nosotros somos hijos de Dios por adopción. Pero para poder disfrutar de los beneficios de la palabra, tenemos que ajustarnos a la palabra. Si el nos dice que el quiere ser el centro de nuestras emociones, el centro de nuestro corazón, debe ser así para poder disfrutar de la felicidad y de la dicha plena en Cristo Jesús. No hay otra forma.
5 pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.
Génesis 4:5
No dejemos los pensamientos al aire, llevemos-los cautivos a Cristo para que Él nos diga si es correcto. Hay pensamientos que nos van a destruir. Necesitamos que nuestros pensamientos se basen en los pensamientos de Cristo y cambien nuestra conducta exterior. Nuestra conducta exterior refleja lo que hay dentro de nosotros.
15 Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.
Mateo 3:15
Jesús mismo, cuando se va a bautizar lo hizo por obediencia. Nosotros nos bautizamos por que ya hubo un cambio en nosotros. Jesús no lo requería, el lo hizo por obediencia, sujetándose al Padre.
19 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos.
Mateo 11:19
A Jesús lo juzgaron y lo criticaron por que se sentaba a comer y a beber con los pecadores. Jesús en su sabiduría se acercaba a los que necesitaban la palabra, a los que necesitaban que les predicasen. Sus propios discípulos lo criticaron cuando se acercó a ciertas personas. Pero Dios ama a todos. Así como Jesús, nosotros tenemos que acercarnos a la gente para predicar, a la gente de cualquier grupo. Cristo murió por todos. En donde estemos, en la escuela, en el trabajo, en la calle, Dios nos puso ahí por algo. Para que esta luz que tenemos en nuestros corazones, que se llama Cristo, la demos a conocer a los demás.
35 Jesús lloró.
Juan 11:35
No es pecado llorar, solo hay que fijarse por que se llora. Hay un lloro que lleva a la desesperación, al desánimo, al desaliento. Hay un lloro en la presencia de Dios que es de gratitud. Los sentimientos de Dios es para entender que Él se expresó, nosotros podemos expresar también nuestras emociones, pero debemos tener conciencia que estas emociones sean dirigidas por Dios.
21 Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.
Marcos 10:21